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Drones al servicio de la ciencia: recolectando moco de ballenas

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Los estudios científicos de biología, a veces incurren en una contradicción interesante: las investigaciones que se hacen en pos de poder entender mejor a los animales a veces resultan tan invasivas que es difícil saber si no están “contaminadas” justamente por la intromisión del ser humano (saber por qué algunas poblaciones se reducen desde que se empezaron a tomar datos, por ejemplo… ¿no será a causa de que se empezaron a tomar datos? 😀 ). Y en algunas pocas ocasiones, la tecnología nos puede ayudar; como en este caso, donde no hay nada mejor que un drone para recoger el moco expelido por ballenas.

Las ballenas son un animal bastante protegido por regulaciones internacionales, por lo que las cosas que se pueden estudiar de las mismas son bastante restringidas, y hasta una extracción de sangre puede resultar imposible. Pero en este caso, el moco que arrojan a través de su agujero respiratorio puede ofrecer también invaluable información sobre el ambiente en el que se encuentra el animal, incluyendo contaminantes, tejido dérmico muerto, DNA, hormonas, etc.

Con estas limitantes y motivación, un grupo de investigación del Laboratorio de Vehículos Inteligentes del Olin College, unidos a Ocean Alliance, y WeeProjects, decidieron encontrar una manera de evitar estresar a los animales a la hora de recolectar muestras, y poder estudiar justamente esa característica sin contaminación humana. Hasta ahora, está prohibido volar encima de una ballena a una altitud menor que 304mts. (~1000 pies); sin embargo, esta reglamentación existe porque se espera que quien vuele sea un humano, que se encuentra en un avión. Haciendo pruebas con una “ballena de mentira”, el grupo estimó que apenas detecta un drone volando 3mts. (~10 pies) encima suyo, algo ideal.

SnotBot
SnotBot generaciones 3 y 4, todavía a prueba de agua

Con respecto al drone en sí (llamado SnotBot, literalmente, MocoBot 😀 ), tal vez la parte que más interese a los tecnogeeks, está actualmente en su quinta iteración, donde sufrió un importante cambio de diseño: dejó de ser a prueba de agua. Las versiones anteriores del equipo intentaban que sea un drone “a prueba de todo” (rugged), protegido de la corrosiva sal marina, y que recolectara las muestras con una pala colgando. Ahora, optaron por darle al drone un baño con agua dulce cuando regrese al barco, y cambiaron la pala por una esponja quirúrgica esterilizada en su “panza” que absorba las muestras expelidas por el cetáceo.

Esto sigue siendo un prototipo, al que todavía le faltan varios obstáculos por atravesar, tanto reglamentarios como técnicos. Por un lado, el drone debe ser lo suficientemente fácil de manejar, como para que pueda ser usado por un biólogo marino 😀 y no una persona técnica, que no siempre podrá estar en las expediciones; falta también trabajar un poco la parte de inteligencia autonómica (que sepa qué ballena está siguiendo). Sin embargo, tal vez el mayor obstáculo sea el regulatorio: que la FAA (Administración Federal de Aviación de EEUU) esté segura que este invento no estresa al animal, y permita que sea usado con ballenas de verdad.

Me resulta interesante ver a un drone con aplicación directa en la ciencia y más aún para evitar perjudicar a los animales más de lo que ya lo hacemos, y no en algo como la guerra o tan frívolo como recibir tus paquetes de Amazon 😀 .
Vía Gizmodo, Engadget y Geek.com.

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